Paso Sico

El encuentro con Los Andes

Zona de amenaza volcánica decía el cartel. Frenamos de golpe y volvimos a leer pero esta vez muuy lentamente. Zo-na de A-me-na-za VOLCÁNICA, en mayúscula y negrita, como para que quede bien claro de que tipo de amenaza estaban hablando. Pucha!!!Miramos alrededor, todo era desierto y volcanes, arena y volcanes, nubes y volcanes, volcanes y humitos.

Habíamos salido de San Pedro de atacama sin averiguar ni esperar mucho de este nuevo paso que se hacía llamar Sico. Tal vez por eso disfrutamos tanto los primeros kilómetros, inmersos en aquel desierto de marrones. El más árido del mundo nos dijeron y nosotros nos deteniamos asombrados porque aun así la vida crecía pequeña y persistente entre la arena, como pasto seco, insípido, sin importancia. Un pequeño e insignificante yuyo conteniendo toda la magia del universo. Y nuevamente los pelos se erizaban y aquella sensación tan particular nos invadía el cuerpo

“Cuando la razón vuelva a dominarlo todo. Cuando la violencia, el odio, la intolerancia. Cuando me pese la historia, las palabras, el mundo. Cuando pierda la sonrisa y las ganas. Entonces más que nunca, voy a tenernos a nosotros dos con los pelos erizados en medio del desierto de Atacama y un pequeño e insignificante yuyo conteniendo toda la magia del universo. Para volverme a la vida.”

Después de 35 km paramos en Toconao a tomar un helado porque las gotas de transpiración ya empañaban los lentes. Era Enero en el desierto de Atacama y como es habitual en toda la zona del norte el sol se hace sentir.
Buscamos la tan ansiada sombra y nos sentamos a disfrutar del sabor dulce en el paladar. Porque si hay algo que disfrutamos durante los viajes es el placer de comer. Todo nos parece desmedidamente rico, saboreamos un mordisco de manzana en las mismas proporciones que un lomito completo o un arroz con atún. Los sentidos se multiplican y no hay nada que no resulte fantástica y exageradamente increíble de comer.
En la sombra la temperatura corporal vuelve inmediatamente a normalizarse, porque otro rasgo característico de estas zonas es que el clima seco te permite el confort de la vida bajo la sombra. Pero aún quedaban varios kilómetros hasta llegar a Socaire y lo más parecido a una sombrilla en la ruta eran las nubes que se resistian a taparnos el sol.
El camino recto y de asfalto nos llevo rapido y sin mucho esfuerzo hasta el salar de Atacama y el comienzo de una subida que nos hizo olvidar del paisaje durante un largo rato. A lo lejos podíamos ver el pueblito de Socaire, pero la llegada se hacía infinita, eran simplemente 17 km y el pueblo parecía estar más y mas lejos en cada vuelta de pedal.
Encontramos un lugar perfecto y acampamos antes del pueblo, la ciclocomputadora marcaba 90 km y nuestras caras los transmitían a la perfección. Mientras el sol se escondía en el salar, combatimos el cansancio con todo el armamento que teníamos a nuestra disposición… mates, pan con paté y una rica cena de arroz con vegetales. Nos acostamos tempranito y esperamos reponernos para el dia siguiente en el que tocaba enfrentar la verdadera subida de lo que hasta ahora solo había sido un breve anticipo.

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Desayuno, cargar las bicis y a pedalear, llegamos finalmente a Socaire y el viaje cambió sus formas.Porque nuestra amiga Francesa Katia nos estaba esperando en el pueblo y Federico un ciclista Italiano con cara de buena gente nos contaba que él también llevaba nuestra misma dirección. 2 + 2 = Ya eramos 4.
Entonces la seriedad, cansancio y preocupación se convirtió en carcajadas, relajación excesiva y sándwiches de chocolate. Todos andábamos arriba de los 30 años, pero el asombro y las sonrisas se nos habían vuelto de 8.
Lagunas altiplánicas esmeraldas y turquesas entre volcanes nevados….
Atardecer en medio de una ciudad de piedras volcánicas y construcciones bellisimamente perfectas….
Noches con cielos de mil brillos en medio del salar de aguas calientes…
Flamencos rosados en una nueva y maravillosa laguna de azules y blancos sal….
Compartiamos, desayunos y silencios, risas y cansancio, caras continuas de asombro. Pedaleabamos con la boca entreabierta y los ojos saltones…Javi mira que lugar increible!!!….pero entonces dábamos vuelta a una curva yy …nooo…Javi mira quee lugar increible!!!

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Nos despertabamos tarde, porque en grupo costaba mantener la conducta y Sico como uno más de nosotros se sumó a aquellos descontracturados días. Nos acompaño siempre desde atrás, empujandonos con sus fuertes rafagas de viento y aveces solo para divertirse un rato cambiaba de rumbo cuando estábamos llegando a destino, para dejarnos completamente despeinados y tragando tierra.
Bajamos y subimos, bajamos y volvimos a subir. Abra de Laco, de Sico, Abra de Arizaro y Chorrillos.  Llegar al punto más alto eran abrazos y alegría, pero el esfuerzo nunca terminaba ahí. La cordillera siempre nos pedía un poco más.
El paso de Sico fue una sorpresa constante y nosotros estábamos en el momento justo y con todos los sentidos atentos para recibirla. Los Andes se ponían su mejor ropa y salían a saludarnos para demostrarnos que ellos también estaban contentos de vernos.
Llegamos al paso fronterizo y bailamos, desencajados, felices, sin verguenzas. Porque la alegría nos desbordaba el cuerpo y los deseos ya eran todo realidad.

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En Catua la Intendenta del pueblo nos dio la bienvenida con una merienda de té y pan casero. Durante 2 días nos mostraron su pueblo, nos pasearon por geiser, Guadalupe nos espero cada  noche con la mesa decorada entre flores y tortillas, nos dio sopa y milanesa de llama con papas fritas, nos habló bajito y claro mientras masticabamos extasiados, habló de sus diez hijos y sus cabras, nos contó historias tan hermosas como sencillas. Catua se nos metió en el pecho para que no podamos olvidarlo nunca más. Y como si aquel pueblito mágico no quisiera soltarnos el camino se volvió todo arena, para alejarnos muy lentamente, entre bicis enterradas y empujones agotadores, mientras que como un tesoro perdido desaparecía entre los cerros, con sus casitas  y su gente linda, con la sabiduría y humildad de saberse ricos.

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Al octavo día del paso Sico finalmente estuvimos en San Antonio de los cobres. Y quedaban  41, pero los números de pronto nos parecían ajenos, teníamos salares, geiser y lagunas, atardeceres de cuento y cientos de estrellas fugaces. Quedaban 41 y ya había dejado de importarnos. Porque el camino no se sentía en cifras ni kilómetros, el camino éramos nosotros con la piel erizada y los ojos húmedos, con la enorme satisfacción de saber que lo único importante fue creerlo posible.

 

 

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7 Comments

  1. Como todos los relatos exquisitas descripciones que nos hacen vivir las travesías, tanto el camino, el esfuerzo, el clima y la gente. Excepcional e imposible de mensurar en pocas palabras. Felicitaciones y felicidad.


    • Muchisimas gracias Miguel!!! Un gran abrazo!!!

  2. Hermoso viaje el que realizaron por el paso Si o, iba volando con la escritura q describía el viaje, disfrutando el paisaje como el castigo de la naturaleza; es lo que nos gusta. Espero hacerlo este año. Igual si tienes algún viaje donde me pueda sumar Avísame. Un abrazo.

    • Hola Claudio! Muchas gracias! El Paso Sico es alucinante, ahora del lado Chileno ya está todo asfaltado. Si necesitas info para hacerlo esta la guia de Sico con mapas y toda la descripción del recorrido que ojala te sirva y cualquier otra duda nos consultas e intentaremos ayudarte en todo lo que nos sea posible.
      Dentro de poco tenemos pensado organizar algunas salidas guiadas porque hay mucha gente que nos escribe, si queres mandanos un mail a nacionsalvaje@gmail.com asi te tenemos en cuenta. Un gran abrazo!

  3. Gracias por este articulo Una verdadera joya ,escrito con el alma .Vamos con mi hija y mi hermana estas vacaciones de enero y saldremos por Jama y despues de ir hasta Iquique teniamos como posibilidad entrar de vuelta por Sico .Despues de leer el articulo esta decidido.Mas adelante consultaremos al mail . Saludos Susana

    • Muchisimas, muchisimas gracias por las palabras!! Que lindo de alguna manera ser parte de ese viaje. Un gran abrazo!!

  4. ¡Gracias totales a los dos! (como diría Cerati). Disfruté mucho con los textos, las fotos y los mapas. Soy escritor y llegué a la página de ustedes buscando datos e imágenes de esa zona, especialmente de Catua, donde se desarrolla el cuento que estoy escribiendo, y que tiene que ver con el mítico Paso de Huaytiquina (el del cuento "El viento blanco" de J.C. Dávalos), cerrado desde el conflicto con Chile en 1978, porque fue minado de ambos lados de la frontera (esas locuras de dictadores aburridos...). Huaytiquina está a unos 30 km. de Catua. Por casualidad, ¿no llegaron hasta allí? Sería un broche de oro para su magnífica aventura!!
    Un cálido abrazo. Daniel (salteño en Buenos Aires).

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